martes, 4 de agosto de 2015

Noche estrellada





Sus ojos son dos ventanas
en las que se refleja la luna llena
y donde cada noche
se posa un gato negro
a columpiar su cola.

Su boca,
un túnel con luces de neón donde pones a sonar
la parte más bonita de tu canción preferida,
la que repites mil veces antes de que llegue el final
porque no quieres que se acabe.

Su piel es una playa,
con niños que juegan a hacer castillos en la arena,
olas que se rompen en la orilla,
y gaviotas revoloteando
en el agua salada.

Una playa en verano,
con sombrillas de colores en cada centímetro,
y cuerpos desnudos de miedos.

Su espalda seguro que sería el lienzo preferido
de cualquier artista
y yo tengo la suerte
de que sea mi lengua
la que dibuje garabatos
cada vez que se le antoje.

Su cuello es un callejón sin salida
con atracos de beso o muerte
y yo aún no aprendo a resistirme.

Sus manos son un mundo aparte
al que me lleva cada vez que me toca,
sus dedos campos de girasoles 

que florecen cuando me los llevo a la boca.

Él es un universo entero
con galaxias en lugar de lunares,
él es las vistas más bonitas de cualquier ciudad,
la puesta de sol que mirarías cuarenta y tres veces.

Él es desierto,
montañas
nieve
mar
y yo la niña que lo mira por primera vez.